Hace unas semanas escribí sobre la noticia de que los estudios de Warnes Bros. van a lanzar al menos diez películas basadas en los superhéroes de DC Cómics y el efecto negativo que esto tuvo en mi humor. Afortunadamente, no había pasado un día desde que publiqué esa columna cuando los Estudios Marvel anunciaron sus próximos proyectos. Se trata de alrededor de 11 películas basadas en sus personajes que se estrenarán entre el 2015 y el 2019, tres de ellas son secuelas de la saga “The Avengers”. Obviamente, esto alegró mi día.
“¡WOOHOO!”.
Al enterarme del proyecto no pude contener mi alegría y empecé a abrazar y a felicitar a todos mis compañeros de oficina, empezando por Wilkin, quien reaccionó revisando el calendario para cerciorarse de que no había olvidado su propio cumpleaños, mientras los demás pensaron que se trataba de algún día festivo que no recordaban y me siguieron la corriente.
“¿Alguien sabe qué estamos celebrando?”.
Estaba tan eufórico que sentí la obligación de compartir la noticia con cada persona que entraba en contacto conmigo, incluyendo la representante de un banco que me llamó a la oficina para ofrecerme una tarjeta de crédito, un limpiavidrios en la calle y hasta mi barbero.
“Si no te callas, este asunto no tendrá un final feliz”.
Más aún, empecé a llamar personas hacerlas partícipes de mis deducciones sobre las posibles tramas de las futuras películas y como serán diferentes a los cómics en las que estarán basadas, información que mi mecánico, el veterinario de mis gatas y el delivery del colmado de la esquina no creen que justifica una llamada después de las 10:00 de la noche.
Me di cuenta de que tenía un problema varios días después cuando estaba en el supermercado. Ahí me encontré con un primo que no veía desde hace un par de años: cuando fui a saludarlo se apartó corriendo y gritando que no quería saber más sobre qué podría motivar una pelea entre el Capitán América y Iron Man. Es decir, había olvidado que fue él una de las muchas personas a las que llamé.
“Hola, no, no me conoce, marqué el teclado del teléfono con los ojos cerrados y me salió su número, pero, ¿ya se enteró de las últimas noticias de las películas de Marvel?”.
Eso fue hace más de una semana y durante ese tiempo he debido pasar por un período de rehabilitación para reajustarme al mundo y aprender a convivir con los demás. No uso el teléfono a menos que sea necesario, saludo a las personas de manera cordial y breve, y trato de evitar temas relacionados a los cómics. Virginia y mis gatas han sido de gran ayuda con este proceso de rehabilitación, pero quizás deba de ir pensando qué decir cuando vean la factura del celular.
Mientras tanto estoy aprendiendo otros métodos de comunicación de larga distancia.